sábado, abril 20, 2024
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Cómo cuidarse del frío para prevenir el COVID-19 y otros virus respiratorios

Aunque faltan unos días para la llegada del invierno, las bajas temperaturas llegaron para quedarse y con ellas aumenta la posibilidad de contraer infecciones como la influenza, el resfrío o la bronquiolitis, entre otras. De qué manera proteger las vías respiratorias

Con la llegada del frío, en particular durante las mañanas y las tardecitas, aumenta la probabilidad de padecer infecciones respiratorias. Por este motivo, debemos fortalecer los cuidados durante estos meses de junio y julio ya que, sumado a la circulación del nuevo coronavirus, llegan los virus del resfrío, de la gripe, de la bronquiolitis y otros virus respiratorios, además de otros microorganismos que causan neumonías y bronquitis.

En esta oportunidad, el clima frío nos encuentra con una ventaja: ya hemos incorporado el hábito y el uso obligatorio de tapaboca y tapanariz (barbijo), el lavado de manos frecuente, el uso de alcohol en gel y la ventilación cruzada de los ambientes.

¿Cómo afecta el frío a nuestras vías respiratorias?

La nariz está recubierta por un epitelio cilíndrico ciliado seudoestratificado y, justamente, es importante que las cilias mantengan un movimiento sincronizado pues son las encargadas de la depuración del aire que ingresa por la nariz. Actúan como una barrera de defensa y, con su movimiento, permiten el transporte de la capa de moco que está sobre la superficie del epitelio, evitando la producción de infecciones.

Cuando las temperaturas son extremas, las cilias se paralizan y es allí cuando los virus o bacterias se adhieren a esa capa de moco que se vuelve espesa y más adherente. Se produce el enlentecimiento mucociliar y las toxinas llegan hasta las células ciliadas. En condiciones normales, el movimiento y el moco diluyen las toxinas e impiden que se fijen al epitelio respiratorio. Se genera entonces un círculo vicioso donde cada vez se enlentece más y se deteriora el transporte mucociliar; esto causa una reacción inflamatoria importante, los microorganismos patógenos colonizan e invaden el tejido y el organismo, para compensar ese deterioro, reacciona con estornudos o tos, expulsando el moco.

En el caso del estornudo, se trata de un flujo aéreo súbito y turbulento de una velocidad aproximada de alrededor de 150 km/hora. Las llamadas gotitas de Flügge pueden llegar hasta los ocho a diez metros de distancia.

La tos, por su parte, se produce por una contracción rápida y brusca del diafragma y de los músculos abdominales contra la glotis que está cerrada, pero aumenta la presión dentro de las vías respiratorias y se expulsan las gotitas de Flügge.

Entonces, los días de mucho frío, el transporte de moco se altera, las cilias se inmovilizan y esta es la explicación de por qué nos chorrea la nariz al salir a la calle temprano a la mañana, por ejemplo. No es que el frío produzca la enfermedad, sino que se producen cambios a nivel local e inmunológico que hacen que los virus o bacterias entren en contacto con personas quizá muy vulnerables o alérgicas: se produce la inflamación de la vía aérea y aparece la sintomatología.

En esta época del año, además, comienzan a encenderse braseros, losas radiantes, estufas eléctricas y chimeneas a leña. Todos estos medios de calefacción contaminan el ambiente, liberan sustancias tóxicas, causan inflamación de las vías aéreas y también irritación. Esto se produce porque son generadores de calor: consumen oxígeno del medio ambiente y, así, el aire se convierte en un caldo de cultivo para las infecciones virales o bacterianas.

Por este motivo, siempre se insiste con la ventilación de los ambientes más allá del clima.

Es importantísima la renovación del aire, aunque se utilice la calefacción. Esto también ayuda a eliminar la presencia de los ácaros del polvo doméstico, que se reproducen en los hogares y los lugares de trabajo.

En estos momentos, es importantísimo mantener la distancia física, sobre todo en los edificios inteligentes, pues los espacios son únicos y no tan amplios, y también en los edificios “enfermos” (es decir, las construcciones que tienen muchos años y humedad).

* Por Stella Maris Cuevas, médica otorrinolaringóloga (MN 81701), experta en olfato y alergista. Expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA)

Fuente: Infobae